Entre raíles improvisados (Parte II)

“¡¡¡POR DIOS SARA, VEN A CASA YA!!!” Así me daba la bienvenida mi hermana mayor Alicia, con su indudable torpeza para dar noticias bomba. Leí la prometedora carta y se me cayeron las tazas de cappuccino y la mandíbula al suelo. Se me quedó totalmente desencajada al llegar al punto final tembloroso de mi pobre hermana. Ali me contaba que mamá había dejado a papá por un alemán pelirrojo, bigotudo y grotesco, y mamá lo llamaba Hans, El lobito. Mi hermana me explicó el porqué de ese asqueroso mote pero mi estómago no era lo suficiente fuerte para digerirlo así que decidí pasar por alto ese detalle. Papá se había dado a los Marlboro Gold y los Häagen-Dazs de caramelo (Iced Chamomilefuncionaria en Atocha gracias a mi padre… ¡Tengo que barajar esa idea!) y solo veía los programas de Jorge Javier Vázquez sin dejar de llorar. Me suplicó durante cuatro hojas, lo equivalente a unas cuantas horas infernales de sollozos al más puro estilo Alicia, que fuera a casa y la ayudara con este desaguisado familiar. Necesité un café amaretto, 3 bolas heladas de coco, pistacho y dulce de leche sobre un gofre relleno de chocolate y dos litros de agua para decidir ir a Atocha. Mi nueva e inseparable amiga Aurelia se quedó en la heladería y se lo agradecí infinitamente, aunque acepté muerta de miedo porque tiene la diabetes por las nubes.
De nuevo en el tren que me lleva a casa, sigo mirando la luna e intento poner en orden mi gran caos pero vuelvo a otro pensamiento. La luna me sigue como los niños, y no tan niños, cuando cuelgo el cartel de “2×1” en la heladería. Sin duda alguna es como un grandísimo helado, e inconscientemente saco la lengua y lamo el aire. «Pase lo que pase en Atocha, va a ser una estancia dulce» me repito una y mil veces hasta quedarme adormilada en el vagón.

fotografía: weheartit.com / Texto: Infinity Hope©

16 pensamientos en “Entre raíles improvisados (Parte II)

  1. Da gusto leerte, ers muy imaginativa…Espero que sea ficción el abandono, pero ya sabes que la realidad siempre supera a la ficción…Tengo cerca de mí un caso que es digno del mejor culebrón venezolano. Nadie que no conozca el caso se lo puede creer, pero es cierto, como la vida misma!!!

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