Entre raíles improvisados (Parte I)

Desde el vagón que ahora me lleva de vuelta a Atocha, podía ver la luna con una belleza deslumbrante. Era como una enorme bola de helado, de vainilla quizás, derritiéndose poco a poco hasta formar gotitas brillantes por todo el universo. Y pensar que la gente teme a lo desconocido… Sin pensármelo demasiado yo me iría a lo más profundo de ese dulce. Y con este último pensamiento aterricé en la época más importante de mi vida. El día que fui egoísta, dejé todo y me embarqué en una aventura apasionante.
Me fui a Bogotá, hasta Puerto Caldas a investigar las propiedades de la manzanilla autóctona. Según decía mi profesor de herbología “Acepta que cada dos pasos la realidad es distinta” y esos dos pasos los transformé en unos miles de kilómetros. Ya que en 25 años no había sido capaz de encontrar algo parecido a la famosa “realidad”, esperaba que Bogotá fuera la luz que me iluminase. Pero pasaban los meses y mi economía tiritaba, como un chihuahua en el Polo Norte. Y empezaba a tener la impresión de que la manzanilla era igual en Atocha, en Bogotá y en Hong Kong. Hasta que un Octubre poco común, debido a la escasa emigración de los pájaros y la sorprendente suerte que tuve a la lotería, logré alquilar un apartamento en las céntricas calles de La Candelaria. Tenía el mismo éxito con las plantas que con los hombres así que sin esperar ayuda de unas manos expertas, transformé el garaje en mi futuro negocio. En habilitarlo tardé tres meses, perdí 8 uñas íntegras, utilicé 27 kilos de pintura color Philadelphia y ciruela (¡Y no sobró ni una pincelada!) y gané la amistad de la mujer más enigmática, tenaz y desdentada de todo el distrito, la señora Aurelia Gómez. La nueva heladería “Iced Chamomile” iba a las mil maravillas hasta que un caluroso 12 de Mayo recibí una enigmática carta…

¡¡Continuará!!

fotografía: tumblr.es / Texto: Infinity Hope©

14 pensamientos en “Entre raíles improvisados (Parte I)

  1. Graciaspor tu visita, así pude conocer tu blog y me quedo de seguidora.
    Yo también tengo uno personal, aunque ahora con el de cocina la verdad es que lo tengo un poco abandonado… pobrecillo!!!
    Me quedo esperando la segunda parte de este apasionante relato.
    Saluditosssssssss

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