Parece ser que en tu sombrero de maga ya no habita el bosque mágico donde nos perdíamos sin reloj. Cogidos de las manos entramos y tantas han sido las veces que quisimos salir. Salir indemnes de tanto alboroto. Salir radiantes de melancolía. Salir para volver a entrar a los pocos segundos. Salir por la ventana de emergencia y evitarnos el estropicio final a toda velocidad. Pero nunca nos dejamos y retenidos debajo de cualquier árbol encontramos un hogar. Tu pulgar enredado con mi meñique fueron las raíces que me hicieron volar. A veces fuiste tú y tu colección de sonrisas las que me atrapabais sin maldad. Las otras pocas, la hiedra que soñaba con ser mayor y trepaba, ella tan libre y valiente, por toda la piel que se ponía bajo sus pies.
Y una tarde, alguien se encontró, entre una chistera y una canción, un ramillete de espinas y corazón. Éramos nosotros. Apresados en el más humilde paraíso.
La primavera estalló antes de tiempo, se agotó pero nosotros, no. Las flores de tu pelo emergían suaves, de los colores de mis mejillas al sol y yo en aquellos días, seguramente, viví para ellas. Todavía si entrecierro los ojos y sonrío con ilusión, me vienen su olor: a tierra húmeda, a brillo en los ojos y a piel erizada sin querer.
Piensa que en todas las flores que te anidaron escribí lo que siento.
Y aunque no me creas.
Y aunque mis latidos te cuenten otro cuento.
Y aunque hoy no encuentres restos de los dos.
Y aunque todo parezca que no, los pétalos llevan nuestros recuerdos.
Ya no quedan hechizos ni polvos de hadas, solo conservo en el jarrón con agua un manojo de besos que quieren florecer.
Infinity hope 
Muy bueno
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Muchas gracias 🙂
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