Desde hace un tiempo te miro y veo todos tus puntos con el alma ahuecada y las lágrimas secas. Que sepas que me dueles. Tan hondo me dueles. Tan fuerte me dueles. Tan valiente me dueles. Tanto y de tantas maneras que jamás te harás una idea.
Hay una manía que siempre he querido arreglarte pero aquí, tan lejos ya de ella, tengo que decirte que la echo de menos y que ella es lo único que no lastima entre tanta aspereza. Te recuerdo con ese capricho que tiene tu piel por querer oler bien. A veces a destreza y otras, a azalea. De noche a hierbabuena y de día, a nuestras guerras compartidas.
Dime ¿qué puedo hacer para no dolernos así? Si yo te miro, te quiero, te protejo, te añoro y me dejo vencer por este tiempo que no nos quiere en el mismo verbo. Si yo te inquieto, te anhelo, te entorpezco, te sonrío y me abandono a los cachitos de cielo que me hablan de ti.
Lo noble es dejarte amarrada a la libertad y al viento, contarle mentiras al miedo para que nunca te visite sin mi; pedirte permiso al mirarte, al imaginarte y quizás, al hacerte reír. Eso sería la franqueza que no tengo. Soy un cobarde, no te viene de nuevo pero, soy tu cobarde feliz. El cielo me ha enseñado todo lo que en su día no aprendí, por eso te pregunto: ¿qué hacemos para sobrevivir y no morirnos así?
Yo quiero pensar que con un último beso bastaría. Bastaría para tú subir o yo bajar, para quemar las nubes que nos separan y contarle al mar que esa lluvia es de felicidad. Bastaría para controlar todos tus latidos y donar unos pocos a esos que no saben amar. ¿Crees que un beso tiene ese poder? ¿O que solo nosotros estamos tan cuerdos como para soñar? Aquí en el cielo les cuento a todos quien eres pero que vas a tardar mucho en llegar. Mucho más que yo. Mucho más que la vida. Mucho más que las prisas.
FOTOGRAFÍAS: PINTEREST.COM / TEXTO: INFINITY HOPE©