La dulce nana

“Este nene lindo se quiere dormir, y el pícaro sueño no quiere venir…” Mis pestañas superiores colisionaron con las inferiores hasta que di un cabezazo contra el aire y volví a la posición correcta. Me moría de sueño y mi niño, mi precioso, rollizo y caprichoso niño no se dormía. Canté un par de veces más la nana hasta que sentí una carcajada pletórica saliendo de la boquita del pequeño. “¡¡¡TE COMO!!!” chillé poseída por la alegría de escuchar a mi hijo feliz. A veces bastaba una respiración entrecortada para hacer que mi corazón latiera desbocadamente pero otras veces, como esta, latía apresurado por el entusiasmo. “Pequeñajo, deja un cachito de mamá para mi ¿no?” dijo mi guapérrimo marido. Me besó con ternura en la frente y me tendió las manos para que le diese a nuestro pequeño. Gustosa de tomarme un respiro,  le entregué los diminutos ojos azules al causante de ellos e imité su beso pero esta vez en los labios. Me di media vuelta decidida a darme una relajante y tardía ducha pero las carcajadas de mi hijo y su padre eran imposibles de ignorar. Así que me oculté en el marco de la puerta y los observé durante unos hermosos minutos. Me resbalaron un par de lagrimones por las mejillas y sonreí como nunca antes había hecho. Estaba orgullosa de mi familia y sabia, sin duda alguna, que estaba tocando el cielo con la punta de mis dedos. Rezando para que ninguno de los dos se moviera, fui de puntillas hasta el vestíbulo donde tenía mi bolso y cogí la cámara de fotos con una sonrisa de oreja a oreja. Se escuchaba la aburrida nana de fondo, di tres zancadas y atravesé el pasillo, giré en espiral en la esquina y… ¡¡BOOM!! Tropecé con mis Converse rosas. Me quedé estirada en el suelo, medio asustada medio colorada, hasta que vi como mis dos rubitos se carcajeaban al unisón. Busqué la cámara tirada por el suelo, la abrí y capturé la gloriosa imagen. “Atata” dijo mi hijo. Y ese fue el principio de una larga y feliz noche en vela donde hubo sobredosis de risas, robos de besos y un sinfín de instantes inmortalizados.

fotografía: weheartit.com / Texto: Infinity Hope©

 

16 pensamientos en “La dulce nana

  1. Momentos de la vida cotidiana que nos hacen sentirnos felices y ojalá durasen toda la vida. Armonía, la felicidad de ver crecer a los hijos…Enhorabuena!!!

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  2. Bonita manera de inmortalizar un momento glorioso, me quedo con la frase: «Estaba orgullosa de mi familia y sabia, sin duda alguna, que estaba tocando el cielo con la punta de mis dedos»
    Como la vida misma.
    Besos.

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  3. Hola, Hope, te devuelva la visita con mucho gusto y me haré seguidora en cuanto entre al ordenador (desde el mól no me deja jopeee).
    Me ha encantafo la ternura plasmada en este texto; soy madre de una nena de 4años y esos momentos son los más valiosos del mundo

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